miércoles, 25 de septiembre de 2013

REBELDE Y REVOLUCIONARIO

Las  manifestaciones, llegaron a su punto álgido a mediados de los años sesenta del siglo I e.v. antes de  la primera guerra judía y también en el transcurso de la misma, podemos encontrar en Jerusalén en primer lugar a los sicarios, pertenecientes a la clase de los subalternos, y luego a una plé­tora de manifestaciones, profetas, tanto de corte oracular como milenarista, bandidos y mesías, pertenecientes tanto a la clase de los subalternos como a la clase de los campesinos. Así, pues, el último paso que nos queda por dar es echar una ojeada a la guerra no tanto por sí misma, como por la luz que pueda arrojar sobre los distintos tipos de disturbios sociales que la pre­cedieron y acabaron por precipitarla. Y para hacerla me basaré en una serie de modelos históricos y sociológicos comparativos.

LA REBELIÓN DE LOS PUEBLOS NATIVOS CONTRA ROMA

En el documento se presentan cinco rebeliones de pueblos nativos  contra el Imperio Romano  según el libro de Stephen Dyson que tuvieron lugar más o menos durante los cien años:

  1. El primer caso, sucedido en 52-51 a.e.v., de los arvernos, al mando de Vercingetó­rix, que tras unificar a las diversas tribus galas, capitaneó una guerra de gue­rrillas contra Julio César. Pese a los éxitos obtenidos al principio, Vercingetórix acabó siendo capturado en Alesia, en Borgoña, y ejecutado en el triunfo de César de 46 a.e.v.

  1. El segundo fue en Dalmacia y Panonia, entre 6 y 9 e.v. El cabecilla fue Batón, fueron necesarios cuatro años, quince legiones con las correspondientes tropas auxiliares, el general Tiberio, para que aquellos territorios volvieran a quedar bajo el control de Roma Batón no fue ejecuta­do, sino simplemente relegado a Ravena.
  2. El tercer caso fue en  el año 9 e.v., P.Quintilio Varo, a quien ordeno la crucifixión de dos mil insurgentes judíos en 4 a.e.v., cayó en la trampa que le tendió Arminio. Varo se vio ence­rrado con sus tres legiones en el bosque de Teutoburgo y hubo de quitarse la vida. Luego  Germánico, regresó a Germania para vengar la afrenta infligida al pueblo roma­no. Para evitar nuevos desastres y procurar obtener la victoria, hubo de lle­gar a un acuerdo con el enemigo.
  3. La cuarta rebelión fue la de Boudicca, reina de los icenos, en 61 e.v. Tras perder una legión, el gobernador de la provincia, Gayo Suetonio Paulino, derrotó a los icenos. Boudicca hubo de suicidarse y, aunque la revuelta siguió adelante.
  4. La última de estas rebe­liones, que debe ser considerada en el marco de la guerra civil de los años 69-70, fue la de Julio Civil. Pese a no recibir el apoyo de las tribus galas que esperaba, los éxitos cosechados en un primer momento por Civil fueron impresionantes.

Dyson compara una serie de características en estos cinco casos de rebelión, Según este autor, hay características o rasgos similares en todas las rebeliones:
  • Todas ellas se produjeron poco después de que se estableciera el control de Roma sobre los diversos territorios,
  • Todas ocurrieron en el momento en que se produjo una intensificación fiscal o administrativa del control ejercido por los romanos.
  • Todas ellas fueron encabe­zadas por caudillos nativos, que establecieron algún tipo de unidad tribal mayor del que existía habitualmente hasta entonces.
  • Los principales cabecillas proceden de la clase nativa más romanizada
  • Los procesos de unifi­cación se ven favorecidos,  por sistemas monárquicos pre­existentes o por otros modelos de alianza más recientes.
  • Todas las rebeliones cogieron a los romanos por sorpresa, cuando éstos pensaban que ya habían completado los diversos procesos de pacificación.

UNA REVOLUCIÓN DENTRO DE OTRA

En los cinco casos estudiados por Dyson, éstos pertenecían a las clases elevadas y romanizadas de las socieda­des tribales en cuestión. Josefo hace alusión a los cinco grupos distintos que existían dentro de Jerusalén, enzarzados en una guerra sin cuartel no sólo contra los romanos que los sitiaban, sino también unos contra otros dentro de los muros de la ciudad. El elenco de esos grupos sigue una escala progresi­va de maldad, y serían específicamente los sicarios, Juan de Giscala, Simón, hijo de Gioras, los idumeos y, por último, los zelotas. Pero, ¿por qué fue pre­cisamente en la rebelión judía en la que la dirección del movimiento escapó, por una parte, al control de las clases altas romanizadas, y, por otra, por qué en su seno se produjeron unas rivalidades tan irreconciliables? El estudio de otros modelos, cuya amplitud de miras es mucho mayor tanto en lo espacial como en lo temporal, quizá contribuya a dar una respuesta satisfactoria a la cuestión.

En 1938, Crane Brinton publicó un estudio comparativo de las revoluciones inglesa, norteamericana, francesa y rusa, que comenzaron respectiva­mente en 1640, 1776, 1789 y 1917. el autor advierte tipos de revolución: La revolución era iniciada por elementos autoritarios, oligárquicos y conservadores. Además, el empleo constante de las expresiones extremistas y moderados supone adoptar una terminología tan vaga que hace imposible la claridad de las com­paraciones:
  • Reforma económica, que supone no tanto una revolución cuanto una reforma, y que tiene fundamentalmente un carácter económico y financiero.
  • Revolu­ción política, caracterizada sobre todo por la ausencia de reforma y el sor­prendente éxito de ciertas acciones militares iniciales.
  • Revolución social, que exige un cambio de la sociedad mucho más profundo que las simples mejoras y sustituciones efectuadas en los es­tratos más altos.
  • Dicta­dura, que pone el poder absoluto en manos de un solo individuo con objeto de preservar la revolución o, mejor dicho, de impedir que la revolución polí­tica dé paso a la revolución social.

Para el año 1950 apareció un libro escrito por un politólogo y un filósofo, en el que se distinguen tres tipos de revoluciones:
·         Revolución palaciega consiste en la sustitución de unos gobernantes por otros que, aun oponiéndose a la fórmula política anteriormente existente, la mantienen.
·         Revolución política constituye un cambio radical de régimen. lo único que cambia es la estructura de la autoridad, sin que se modifique el sistema de reglas que la sus­tenta
·         Revolución social sería un cambio radical de las reglas
Par estudiar las diferencias entre la resolución política y social se toma la distinción que establecen Lasswell y Kaplan y se aplica a la estratificación que hacía Lenski de las sociedades agrarias. La revolución política se produciría en el seno de las cinco clases altas, mientras que la revolución social se produciría a partir de las cuatro clases bajas de Lenski en contra de las clases sociales. El triunfo de una revolución social en una socie­dad agraria significaría, el mantenimiento del control del gobierno por parte de los esclavos o los campesinos.

A continuación se pretende concluir la cata­logación que he emprendido las rebeliones seguidas por los disturbios protagonizados por subalternos y por los campesinos teniendo en cuenta la la interacción ejercida por la revolución política y la revolución social con objeto de averiguar qué fue exactamente lo que hicieron los revolucionarios políticos y los revoluciona­rios sociales en medio de todo aquel ruido y toda aquella furia, en medio del terror, el espanto y la destrucción.

  1. Manahemo, cabecilla de corte mesiánico, regresó  a la ciudad con un séquito de sicarios y campesinos y contribuyó a rom­per el equilibrio en favor de Eleazar. El pueblo prendio fuego a la casa de pontífice Ananías, y en el palacio de Agripa y Bere­nice. Después de esto, prendieron también fuego a las arcas adonde estaban todas las escrituras de los deudores y acreedores, porque no quedase algo por donde se pudiese saber las deudas, por atraer a sí la muchedumbre de los deu­dores y para dar libre poder y facultad a los pobres de levantarse contra los ricos, y huyendo los guardas de las escrituras públicas, echaron fuego a las casas. Los cabecillas de la revolu­ción política pertenecientes a la clase de los gobernantes lograron impedir que los líderes de la clase de los subalternos hicieran de ésta una revolución social, los miembros de la clase de los gober­nantes respiraron de alivio, pues habían recuperado el control de la revolu­ción. Según Brinton, Manahemo y sus secua­ces no habrían de convertir la revolución política en revolución social.

  1. Josefo,  recoge el nombramiento de un nuevo pontífice por parte de los zelotas, el levantamiento del pueblo contra ellos y el confinamiento de las tropas de los zelotas en el interior del Templo. El objetivo de esta guerra era poder señalar los magistrados y dar aquellos oficios a quien que­rían. Nombraron a Fani, era hijo de Samuel, el cual no era del linaje, vistiéndole con las vestiduras del pontífice, eligieron una de las tribus sagradas. Ese proceso respondía a la ideología propia del igualita­rismo teocrático, el sorteo se limitaba al linaje de los Sadocitas,. Se trataba, al menos por lo que a los zelotas se refiere, de un nuevo gobierno legítimo de la ciudad y el campo. Y, en este contexto, resulta sumamente significativa la alianza de un sacerdote rebelde como Eleazar, hijo de Simón, y los zelotas. Eleazar debió de hacer de enlace entre los zelotas y la revolución se había produ­cido entre las clases humildes de Jerusalén, por un lado. Los zelotas que pasaron de una revolución social a un reinado del  reinado del terror. Se trata de las tres grandes purgas de la noble­za que llevaron a cabo. La primera matanza, fue contra Antipas, encargado de cuidar los teso­ros públicos, y también a Levias y Sifas, ambos de familia real, y más todos los que parecían ser más nobles que los otro. La segunda matanza es conse­cuencia del contraataque de Anano y los aristócratas que encabezaban la revo­lución política, se vieron liberados de su reclusión por las tropas idumeas que entraron en Jerusalén precisamente con ese objeto.

  1. La tercera purga se produjo después que los idumeos abandonaran Jerusalén, convencidos de que la revolución social de los zelotas y su consiguiente reinado del terror resul­taban contraproducentes. Antes de salir de la ciudad, sin embargo, libera­ron a más de dos mil presos. Pero contra lo que sin duda alguna conspiraban era contra la revolución social. Por consiguiente, desde la perspectiva de los zelotas, cualquier miembro de las clases altas estaba por definición en contra de su revolución.
  2. El último indicio de la ideología de los zelotas es su propio sistema de liderazgo interno. Aunque de vez en cuando se menciona a determinados miembros destacados de la facción zelota, en general Josefo suele utilizar la forma plural los zelotas para referirse a ellos y, consecuentemente, no señala a ningún individuo en particular como su principal cabecilla. Pese al tono mordaz que lo caracteriza, la forma en que Josefo nos des­cribe la ruptura de la coalición entre Juan de Giscala y los zelotas nos mues­tra claramente cuál era el tipo de liderazgo igualitario que caracterizaba a este movimiento.

  1. El reinado del terror instaurado por los zelotas dio paso al quinto y último estadio del proceso revolucionario, el de la dictadura, cuan­do el sumo sacerdote Matías rogó a Simón, hijo de Giaras, que entrase en Jerusalén, para librar la ciudad de tantos agra­vios de los zelotas, Cecil Roth insinúa que, las ins­cripciones grabadas en las monedas acuñadas durante el primer y el segundo año de la revolución, Jerusalén la Santa y Libertad de Sión,  destruyeron la hegemonía del proceso revolucionario que hasta entonces habían ostentado la aristocracia sacerdotal y la nobleza laica, de suerte que a partir de ese momento se hizo de todo punto imposible cualquier tipo de negociación con Roma.


TRAYECTORIA DE LOS DISTURBIOS CAMPESINOS
A continuación se señalan los prin­cipales hitos en la trayectoria seguida por los alborotos y disturbios, y demostrar que la consumación final de todos ellos fue la revolución. Que se trataría de una simple y desafortunada invención académica basada en las malas informaciones suministradas por Josefo. Un repaso de la historia de los distintos estados e imperios europeos, que abarcaría más de veinticuatro siglos [500 a.e.v.-1925 e.v.], demostraría que por cada año de conflictos violentos habría por término medio tan sólo cuatro años de paz.

Gurr distingue tres tipos o niveles básicos de violencia política.

  1. Disturbios, definidos como movimientos espontáneos, desorganizados. caracterizados por una importante participación popular, que incluirían huelgas políticas violentas, asonadas, enfrentamientos políticos, y rebeliones perfectamente localizadas.
  2. Conspiraciones, caracterizadas por un alto grado de organización un número limitado de participantes, y por incluir la perpetración de asesinatos políticos, terrorismo a pequeña escala, guerra de gue­rrillas a pequeña escala, golpes de estado y motines.
  3. Guerras intestinas, caracterizadas por un alto grado de organización, una gran participación popular, tener por objeto el derrocamiento de un régi­men o la destrucción del estado, ir acompañadas de violencia generalizada, e incluir terrorismo y guerra de guerrillas a gran escala, guerras civiles, y revoluciones

Así, pues, utilizando esta terminología, cabría resumir el presente capítulo diciendo que Palestina pasó de un siglo de disturbios, a un primer período de conspiraciones a mediados de los años cincuenta con la actuación de los sicarios, para llegar en tomo a 65 e.v. a una guerra intestina, en la que todas las clases se vieron implicadas en una rebelión abierta. Fijémonos sólo en el apartado disturbios populares, y echemos una vez más una ojeada a sus distintas variedades y trayectorias, a sus fechas y a la serie de manifestaciones, profetas, bandidos y mesías, que hemos recogido debidamente en el Apéndice II. No cabe duda de que hubiera otros ejemplos aparte de los que enumera Josefo, pero, de momento, prefiero hablar únicamente de los que tenemos explícitamente documentados por él.

Cabe la posibilidad de que las diversas clases tuvieran dife­rentes tipos de sensación de privación, las clases altas tuvieran una pri­vación progresiva, mientras que las clases bajas tuvieran una privación por decremento.

La trayectoria seguida por los cuatro tipos distintos de movimien­tos campesinos todos ellos indica que desde un siglo venían produciéndose constantes disturbios. Pero, este tipo de profetas constituye únicamente uno de los cuatro tipos de movimientos populares que hemos establecido y  el modelo intercultural de Gurr hace hincapié una y otra vez en que «para que los obreros y los campesinos empobrecidos... puedan acceder a cualquier ideología revolucionaria, es pre­ciso que tengan una conciencia subjetiva de su empobrecimiento; y en otra ocasión añade: Sólo en la medida en que el hombre esté descontento... será susceptible de cambiar de ideología; y dice también: La susceptibilidad de las personas a este tipo de creencias está en función de la intensidad de su descontento.
De ese modo, la única explicación que cabe dar a los disturbios campe­sinos que desembocaron en la guerra de 66 e.v. es la privación por decre­mento. En otras palabras los campesinos se veían precipitados a un nivel inferior, que para ellos había constituido siempre el tipo de vida normal.

 Para que se diera una sensación de privación, los campesinos tendrían que haberse visto precipitados a un nivel inferior al de la mera subsistencia, no ya al nivel de la pobreza, que para ellos habría sido el normal, sino al de la indigencia y la miseria. Según la estratificación de lenski, grandes contingentes de la clase de los campesinos se verían precipitados a las clases inferiores de los impuros, los degradados y los despreciables.

El primer tipo de inversión exprimía a los campesinos hasta el punto de hacerles perder sus propiedades y convertirlos en arrendatarios, jornaleros o incluso en esclavos. Pero lo realmente malo era el segundo tipo de inversión.


La segunda dificultad se producía la remisión de todas las deudas, se advierte a los prestamistas que no nieguen un préstamo a nadie por el simple hecho de que está a punto de llegar un año sabático. Evidentemente, lo cierto es que, a medida que se acercara uno de estos años, los prestamis­tas se mostrarían cada vez más reacios a efectuar préstamos, y los deudores encontrarían cada vez más dificultades para obtenerlos

No hay comentarios:

Publicar un comentario